sábado, 2 de agosto de 2008

Los Mármoles, entre el abandono

La conservación ha sido el mecanismo motor de las últimas décadas; el avance en la conquista de espacios dedicados a la preservación de los recursos naturales no se entendería sin el compromiso multilateral de los países y la acción conjunta, disciplinada y estoica de cientos de miles de organismos conservacionistas y ecologistas del planeta.
Gracias a ello, hoy podemos congratularnos de que la extensión de zonas protegidas es igual o mayor que la India y China juntas, aun cuando el esfuerzo conservacionista ha llegado de manera lenta a los ecosistemas de agua dulce, costeros y marinos. Reconocer que los movimientos ambientalistas dieron paso a una vigorosa discusión sobre el modelo de desarrollo adoptado por la humanidad, sus consecuencias sobre el futuro y el derecho de las generaciones futuras a disfrutar de ellos, dio como resultado el que hoy podamos discutir de frente el derecho a un ambiente sano como un derecho humano, es reconocer lo que aun falta por hacer en el campo del conservacionismo y la necesidad de continuar empujando hacia su evolución social. Es a partir de este esfuerzo que hoy en día la discusión cotidiana de los asuntos ambientales, las agresiones hacia los ecosistemas, el rechazo abierto hacia la devastación y el daño ambiental es algo que se puede observar de manera permanente al interior de la sociedad. El movimiento ecologista, el ecologismo adquiere un peso fundamental y empieza a definir políticas y rumbos, adquiere día a día un papel más relevante y respetable entre los gobierno y la gente, un papel del que no han estado ausentes los medios de comunicación. Sin embargo aún existen lugares, regiones, rincones de este planeta que se enfrentan al desgano y al abandono; lugares en los que puede más la apatía que la decisión de lograr profundizar los trabajos de conservación y la pelea cotidiana por hacer realidad el derecho humano al medio ambiente Uno de estos lugares lo constituye el Parque Nacional Los Mármoles, ubicado en el municipio de Zimapan, en el central estado mexicano de Hidalgo, a 126 kilómetros de la ciudad de Pachuca de Soto, su capital. Esta área decretada el 8 de septiembre de 1936 por el entonces presidente de la república Lázaro Cárdenas del Río, con categoría de parque nacional para lograr la conservación a perpetuidad de los recursos naturales y la belleza escénica de la Barranca de San Vicente y Cerro de Cangandó. Desde aquel entonces hasta ahora el parque ha carecido de Planes de Manejo y Consejo Asesor que oriente y de rumbo a la utilización de los recursos de la región entre los que destacan dos dalias. Sin embargo en el año de 1990, después de autorizar en las zonas aledañas a esta área natural protegida, la construcción del vaso de la presa Zimapan, la entonces Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), estableció las primeras condicionantes en busca de conservar la región entre las que destacaba la de construir un Jardín Botánico In Situ en el que se buscaba recuperar aquellas especies que por su status se encontraran dentro del supuesto de conservación dentro del área en que se desarrollan de manera natural. A partir de entonces se inicia una profunda transformación del parque caracterizada por la explotación irregular de mármol, tala clandestina, incumplimiento de medidas de restauración, coronadas estas por el abandono y la apatía de los gobiernos estatal y federal a lo largo de siete décadas; abandono que plásticamente se refleja en la disminución de la cubierta forestal, sobre explotación de bancos de mármol y en el casi total agotamiento de la fauna del lugar, principalmente del venado cola blanca. A partir del año 2000, inicia la defensa formal del parque buscando sobre todo detener la destrucción de sus 23 mil 150 hectáreas de las cuales más del 40 por ciento presentan daños severos y en algunos casos irreversibles. La primera medida de aquel entonces fue la denuncia por explotación ilegal de mármol, interpuesta casi simultáneamente por la Sociedad Ecologista Hidalguense y el Jardín Botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México y posteriormente por la propia delegación de Secretaría de Medio ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Sin embargo, el problema del parque no lo constituye la explotación irregular o la tala clandestina sino la indefinición en cuanto a su administración y la generación de políticas de restauración y/o conservación que a su interior deben realizarse, esto debido que hasta el momento el gobierno de la entidad no ha aceptado de manera formal su responsabilidad sobre el mismo. Hoy, el Parque nacional los mármoles enfrenta la amenaza mayor, la decisión del gobierno de la entidad de lograr el sentido reversivo del decreto que la da origen, en lugar de enfrentar la problemática del lugar y buscar consolidarlo de manera real como un área natural. En su artículo primero el decreto establece que "se declara Parque Nacional, destinado a la perpetua conservación de los recursos forestales y de la fauna silvestre, la región que comprende la "Barranca de San Vicente" y "Cerro de Cangandó" con una superficie de 23,150 (veintitrés mil ciento cincuenta) hectáreas con el nombre de Parque Nacional de LOS MARMOLES". En su propuesta de recategorización el gobierno de la entidad ha propuesto que se lleve a categoría de área de protección de flora y fauna, para que de esta manera se pueda establecer una zona de conservación que no vaya más allá de las 2 mil hectáreas de tal manera que más de 20 mil hectáreas serían dejadas fuera de esquemas de protección y conservación y abiertas para la explotación forestal y minera, principalmente. Propuesta esta acariciada desde hace más de 3 años por el Consejo Estatal de Ecología y el gobierno hidalguense, quienes de manera in entendible no han sido capaces de promover la construcción de un Plan de Manejo adecuado para el Parque Nacional Los Mármoles, pero ya cuentan con una propuesta de área de conservación de flora y fauna con propuesta de plan de manejo, esto a pesar y en contra de las posibles violaciones en la que se puede incurrir, porque la legislación mexicana prohíbe la construcción de áreas de conservación al interior de las ya existentes. Sin embargo, si la amenaza principal del Parque Nacional Los Mármoles es el abandono y la apatía, la amenaza principal de los hidalguenses la constituye su propio gobierno y el propio organismo responsable de velar por su derecho a vivir en un ambiente adecuado y sano. De prosperar la posibilidad de recategorización del parque nacional Los Mármoles, nos encontramos en el inicio de la reducción formal de las áreas naturales protegidas y la disminución de su importancia como política publica promotora del desarrollo. Trabajemos juntos para que no sea así.