domingo, 26 de octubre de 2008

La educación ambiental

En los últimos años, la educación ambiental ha mostrado una inclinación a encontrar su sustento teórico y práctieducacion_ambientalco en la propia definición del desarrollo sustentable y ha convertido gran parte de su discurso en la propia justificación y valía de aquel.

De esta manera, se han desdibujado propuestas construidas desde el año de 1972, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada Estocolmo, en la que “Se recomienda que el Secretario General, los Organismos de Naciones Unidas, particularmente la UNESCO y las demás instituciones internacionales interesadas, tomen, previa consulta y de común acuerdo, las medidas necesarias para establecer un programa educativo internacional de enseñanza interdisciplinar escolar y extraescolar sobre el medio ambiente, que cubra todos los grados de enseñanza y que vaya dirigido a todos (...), con el fin de desarrollar los conocimientos y suscitar acciones simples que les permitan (..) en la medida de sus posibilidades (…) administrar y (..) proteger su medio ambiente".

Pero la Conferencia sobre Medio Ambiente, era el resultado de la presión ejercida por organizaciones sociales y ciudadanos de diversos países

“Desde los años sesenta, cuando se cuestionó el modelo de crecimiento establecido y se denunció el impacto que sobre el medio ambiente producía, los diagnósticos realizados sobre la crisis ambiental han sido numerosos. Poco a poco, el ser humano empieza a realizar una nueva lectura del medio en el que está inmerso y una nueva cosmovisión, una nueva percepción de la relación ser humano-sociedad-medio, va abriéndose paso. En no pocos de los informes y manifiestos que van apareciendo a lo largo de estos años se plantea la necesidad de adoptar medidas educativas (entre otras) para frenar el creciente deterioro del planeta.”[1]

Estas necesidades quedan delineadas de manera precisa en la Declaración de Tbilisi, en la que se establece como definición que “la educación ambiental, debidamente entendida, debería constituir una educación permanente general que reaccionara a los cambios que se producen en un mundo en rápida evolución. Esa educación debería preparar al individuo mediante la comprensión de los principales problemas del mundo contemporáneo, proporcionándole conocimientos técnicos y las cualidades necesarias para desempeñar una función productiva con miras a mejorar la vida y proteger el medio ambiente, prestando la debida atención a los valores éticos.”[2]

Las relaciones entre educación y medio ambiente no son nuevas, sin embargo, la novedad que aporta la educación ambiental es que el medio ambiente, además de medio educativo, contenido a estudiar o recurso didáctico, aparece con entidad suficiente como para constituirse en finalidad y objeto de la educación.

De esta forma, aunque sus raíces son antiguas, la educación ambiental, como la entendemos hoy en día, es un concepto relativamente nuevo que pasa a un primer plano a finales de los años sesenta.

“Uno de los principios básicos que debe regir nuestra labor educativa es la de adoptar un enfoque orientado a la solución de los problemas. No podemos olvidar que de poco sirve la educación ambiental que propugnamos si no desemboca en la acción, en la participación para buscar y aplicar soluciones a los problemas ambientales. Efectivamente, entre los objetivos de la educación ambiental, el de participación es el que debe orientar todo el proceso.”[3]

Estos planteamientos alcanzan rápidamente un reconocimiento institucional. Así por ejemplo, en el ámbito internacional, ha sido la Organización de las Naciones Unidas, a través de sus organismos (UNESCO y PNUMA fundamentalmente), la principal impulsora de estudios y programas relativos a la educación ambiental. Sin embargo, no podemos reducir este proceso de desarrollo a su vertiente institucional. Es preciso reconocer el esfuerzo de innumerables entidades, organizaciones de carácter no gubernamental y educadores que han contribuido, a veces de forma anónima, no sólo a la conceptualización de la educación ambiental sino, sobre todo, a su puesta en práctica.

Siendo su objetivo fundamental la preservación ecológica, la protección ambiental y el aprovechamiento de los recursos naturales, la SEHI, busca en todo momento el uso racional de los recursos, de tal manera que en el futuro no se comprometa la satisfacción de las necesidades de las generaciones venideras, pero que en el presente se sienten las bases para lograr una mayor calidad de vida a favor de los hidalguenses.

De esta manera, en nuestra práctica cotidiana, promovemos el agrupamiento de todos aquellos ciudadanos dispuestos a luchar por una sociedad libre de problemas de devastación ambiental, y capaces por ello de impulsar una nueva cultura de protección del medio ambiente a favor de ellos y de sus familias.

El carácter ambientalista de nuestra organización se define por la hegemonía que a su interior tienen los intereses por recuperar y mejorar las amplias zonas del estado que han sido devastadas; en la búsqueda permanente para que se generen áreas naturales protegidas y se logre una explotación racional de los recursos naturales, principal condición para alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible y con ello, mayor calidad de vida.

Este carácter se reafirma en la decisión de todos sus miembros, militantes y dirigentes, por mantener y desarrollar una práctica planificada, organizada y consienten cada una de las acciones que realizan a favor del ambiente. En su contenido este principio es portador de una profunda moral revolucionaria: La moral ambientalista.

La Sociedad Ecologista Hidalguense es una forma en desarrollo de la cultura social a la que aspiramos, por lo que para integrar la voluntad de los ecologistas y el pueblo hidalguense. Esforzándose por unir y organizar al pueblo de Hidalgo en torno ecologistas.

La lucha por la unidad teórica, ideológica y moral de sus miembros es tarea fundamental y debe desarrollarse con paciencia y tolerancia, aunque también con audacia. Unidad interna, organización, trabajo, respeto y compañerismo, solidaridad y ayuda mutua, lealtad a los principios, trato fraternal y sincero a nuestros compañeros de organización, son todas ellas, condiciones para el éxito de nuestras tareas.


[1] Fundamentos de la Educación Ambiental: José Félix Martínez Huerta

[2] DECLARACIÓN DE LA CONFERENCIA INTERGUBERNAMENTAL DE TBILISI SOBRE EDUCACIÓN AMBIENTAL (Tbilisi, Georgia, 14-26 de octubre de 1977)

[3] Iberdrola/Unesco manual de Educación ambiental

miércoles, 22 de octubre de 2008

Los Mármoles no se recategorizan: Sehi

Incorrecta y tramposa la propuesta de recategorización del Parque nacional los Mármoles propuesta por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) aseguro Marco Antonio Moreno Gaytán, presidente de La Sociedad Ecologista Hidalguense A. C. al asegurar que se busca fomentar y apalancar la devastación de la zona.
Aseguró que el documento presentado por la Conanp, mismo que pretenden hacer pasar or técnico justificativo, es solo una relatoría de errores en cuanto a la caracterización de los ecosistemas que integran el parque, además de garrafales errores en el manejo de las estadísticas poblacionales.
El ambientalista expreso el desacuerdo de la Sehi en torno a esta recategorización a la vez que exigió a las autoridades la instalación de un Consejo Asesor que se encargue de la administración, rehabilitación, restauración y conservación de las 23 mil 150 hectáreas en las que se asienta el parque nacional.
En el Estudio previo justificativo para la modificación del decreto por el que se pretende re-categorizar el Parque Nacional Los Mármoles como Área de Protección de Flora y Fauna, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) menciona problemas que prevalecen en el área. Habla de deforestación, incendios, bajo mercado, desaparición de especies animales y vegetales, talas clandestinas, pérdida de los mantos acuíferos, erosión, plagas, e incluso pastoreo ilegal, como el que practica don Juan y sus tres pequeños hijos para poder vivir.
Moreno Gaytán aseveró que la Conanp habla de las talas clandestinas que realizan pequeños productores “habitantes de la zona a los que se ha sorprendido transformando manualmente la madera en rollo”, dice. Pero calla a los grandes camiones que por las noches escapan con bosques enteros convertidos en toneladas de palos listos para vender.
“Si hicieran un análisis serio verían que el bosque no es talado ni explotado por las personas que viven ahí, gente pobre. Los recursos desaparecen por los grandes camiones y que salen con toneladas de mármol y miles de árboles”.
Se mostro extrañado en cuanto a que acusen a los habitantes de los severos daños causados al Parque, pero aseguró, muestra el alto nivel de ignorancia y desconocimiento que sobre la zona tienen, pues dejan de lado hecho como que Capula es el municipio que más personas expulsa a otras ciudades del país y el extranjero, mientras Zimapan ocupa el tercer lugar.
“Es una postura rara la del gobierno. Si como Parque Nacional, que es una categoría más elevada, no han podido detener la explotación por el hombre, ¿cómo pretenden hacerlo con una categoría más permisiva?, dice Moreno Gaytán.
¿Qué supone, qué pretende el gobierno? Evidentemente, permitirle a los que explotan mucho acabarse Los Mármoles. Porque con una categoría de Área de Protección de Flora y Fauna cualquiera podrá ir, sacar varias toneladas de mármol y pagar cualquier multa como si nada hubiera pasado.
Dijo, el ecologista de la Sehi, que en los Mármoles existen 20 millones de toneladas de mármol, principal objetivo de quienes promueven y defienden la recategorización, toda vez que tiene un umbral de explotación de más de 130 años a razón de 2 mil toneladas por semana.

sábado, 2 de agosto de 2008

Los Mármoles, entre el abandono

La conservación ha sido el mecanismo motor de las últimas décadas; el avance en la conquista de espacios dedicados a la preservación de los recursos naturales no se entendería sin el compromiso multilateral de los países y la acción conjunta, disciplinada y estoica de cientos de miles de organismos conservacionistas y ecologistas del planeta.
Gracias a ello, hoy podemos congratularnos de que la extensión de zonas protegidas es igual o mayor que la India y China juntas, aun cuando el esfuerzo conservacionista ha llegado de manera lenta a los ecosistemas de agua dulce, costeros y marinos. Reconocer que los movimientos ambientalistas dieron paso a una vigorosa discusión sobre el modelo de desarrollo adoptado por la humanidad, sus consecuencias sobre el futuro y el derecho de las generaciones futuras a disfrutar de ellos, dio como resultado el que hoy podamos discutir de frente el derecho a un ambiente sano como un derecho humano, es reconocer lo que aun falta por hacer en el campo del conservacionismo y la necesidad de continuar empujando hacia su evolución social. Es a partir de este esfuerzo que hoy en día la discusión cotidiana de los asuntos ambientales, las agresiones hacia los ecosistemas, el rechazo abierto hacia la devastación y el daño ambiental es algo que se puede observar de manera permanente al interior de la sociedad. El movimiento ecologista, el ecologismo adquiere un peso fundamental y empieza a definir políticas y rumbos, adquiere día a día un papel más relevante y respetable entre los gobierno y la gente, un papel del que no han estado ausentes los medios de comunicación. Sin embargo aún existen lugares, regiones, rincones de este planeta que se enfrentan al desgano y al abandono; lugares en los que puede más la apatía que la decisión de lograr profundizar los trabajos de conservación y la pelea cotidiana por hacer realidad el derecho humano al medio ambiente Uno de estos lugares lo constituye el Parque Nacional Los Mármoles, ubicado en el municipio de Zimapan, en el central estado mexicano de Hidalgo, a 126 kilómetros de la ciudad de Pachuca de Soto, su capital. Esta área decretada el 8 de septiembre de 1936 por el entonces presidente de la república Lázaro Cárdenas del Río, con categoría de parque nacional para lograr la conservación a perpetuidad de los recursos naturales y la belleza escénica de la Barranca de San Vicente y Cerro de Cangandó. Desde aquel entonces hasta ahora el parque ha carecido de Planes de Manejo y Consejo Asesor que oriente y de rumbo a la utilización de los recursos de la región entre los que destacan dos dalias. Sin embargo en el año de 1990, después de autorizar en las zonas aledañas a esta área natural protegida, la construcción del vaso de la presa Zimapan, la entonces Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), estableció las primeras condicionantes en busca de conservar la región entre las que destacaba la de construir un Jardín Botánico In Situ en el que se buscaba recuperar aquellas especies que por su status se encontraran dentro del supuesto de conservación dentro del área en que se desarrollan de manera natural. A partir de entonces se inicia una profunda transformación del parque caracterizada por la explotación irregular de mármol, tala clandestina, incumplimiento de medidas de restauración, coronadas estas por el abandono y la apatía de los gobiernos estatal y federal a lo largo de siete décadas; abandono que plásticamente se refleja en la disminución de la cubierta forestal, sobre explotación de bancos de mármol y en el casi total agotamiento de la fauna del lugar, principalmente del venado cola blanca. A partir del año 2000, inicia la defensa formal del parque buscando sobre todo detener la destrucción de sus 23 mil 150 hectáreas de las cuales más del 40 por ciento presentan daños severos y en algunos casos irreversibles. La primera medida de aquel entonces fue la denuncia por explotación ilegal de mármol, interpuesta casi simultáneamente por la Sociedad Ecologista Hidalguense y el Jardín Botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México y posteriormente por la propia delegación de Secretaría de Medio ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Sin embargo, el problema del parque no lo constituye la explotación irregular o la tala clandestina sino la indefinición en cuanto a su administración y la generación de políticas de restauración y/o conservación que a su interior deben realizarse, esto debido que hasta el momento el gobierno de la entidad no ha aceptado de manera formal su responsabilidad sobre el mismo. Hoy, el Parque nacional los mármoles enfrenta la amenaza mayor, la decisión del gobierno de la entidad de lograr el sentido reversivo del decreto que la da origen, en lugar de enfrentar la problemática del lugar y buscar consolidarlo de manera real como un área natural. En su artículo primero el decreto establece que "se declara Parque Nacional, destinado a la perpetua conservación de los recursos forestales y de la fauna silvestre, la región que comprende la "Barranca de San Vicente" y "Cerro de Cangandó" con una superficie de 23,150 (veintitrés mil ciento cincuenta) hectáreas con el nombre de Parque Nacional de LOS MARMOLES". En su propuesta de recategorización el gobierno de la entidad ha propuesto que se lleve a categoría de área de protección de flora y fauna, para que de esta manera se pueda establecer una zona de conservación que no vaya más allá de las 2 mil hectáreas de tal manera que más de 20 mil hectáreas serían dejadas fuera de esquemas de protección y conservación y abiertas para la explotación forestal y minera, principalmente. Propuesta esta acariciada desde hace más de 3 años por el Consejo Estatal de Ecología y el gobierno hidalguense, quienes de manera in entendible no han sido capaces de promover la construcción de un Plan de Manejo adecuado para el Parque Nacional Los Mármoles, pero ya cuentan con una propuesta de área de conservación de flora y fauna con propuesta de plan de manejo, esto a pesar y en contra de las posibles violaciones en la que se puede incurrir, porque la legislación mexicana prohíbe la construcción de áreas de conservación al interior de las ya existentes. Sin embargo, si la amenaza principal del Parque Nacional Los Mármoles es el abandono y la apatía, la amenaza principal de los hidalguenses la constituye su propio gobierno y el propio organismo responsable de velar por su derecho a vivir en un ambiente adecuado y sano. De prosperar la posibilidad de recategorización del parque nacional Los Mármoles, nos encontramos en el inicio de la reducción formal de las áreas naturales protegidas y la disminución de su importancia como política publica promotora del desarrollo. Trabajemos juntos para que no sea así.